Rafael Catalá, el nuevo presidente del Centro Español de Mediación, asegura que la mediación puede ser una vía de escape para la previsible judicialización de los ERTE
Acaba de ser nombrado presidente del nuevo Centro Español de Mediación (CEM) creado por la Cámara de Comercio de España, pero el ex ministro de Justicia Rafael Catalá (Madrid, 1961), es consciente de que el reto va mucho más allá de la labor de gestión. En un momento de fuerte enfrentamiento político, Catalá luchará por que germine en España la semilla de la mediación: «El diálogo, la moderación y la capacidad de construir consensos deben echar raíces en España».
La situación de España es muy complicada. Cualquiera de los informes de las instituciones independientes que analizan el impacto que va a tener la crisis Covid en nuestra economía está situando ya en dos dígitos la caída del PIB. Y con datos de empleo muy preocupantes. Vamos a tener un verano flojo en términos de consumo y turismo y una incertidumbre muy alta de cara al otoño. Será entonces cuando el soporte que han dado los ERTE a las empresas desaparezca. Y lo hará porque el Estado no puede sostener los sueldos y las cotizaciones de tantos millones de trabajadores. Si para entonces no hemos sido capaces de sentar las bases para la recuperación vamos a tener una crisis gravísima, económica y social. Las amenazas que tenemos por delante son tan graves que más vale que las grandes fuerzas políticas sean capaces de ponerse de acuerdo y avanzar de la mano para sostener nuestro Estado del bienestar y nuestra economía de mercado.
Hay que huir de la radicalidad y de aquellos planteamientos que en vez de ayudar a las empresas a recuperar la actividad y el empleo lo que hacen es ponerle trabas.
Creo que no. Se podía haber actuado antes y con más intensidad. Basta mirar qué han hecho en Alemania o en Francia, no hay que inventarse nada, solo aprender de las mejores prácticas. Lo más grave es que se sigue hablando de reformas fiscales para incrementar la presión sobre las empresas y los particulares. Es cierto que se ha facilitado mucho el crédito, pero las empresas no quieren ayuda para endeudarse más, sino para superar la situación económica, con incentivos, deducciones fiscales, ayudas directas... Y de todo eso ha habido poco.
Sí, llevábamos dos años con muchas políticas tradicionales de gasto y no de incentivo a la economía. Estamos en una situación peor que otros países.
Formo parte de la junta directiva del PP, pero intento alejarme políticamente para analizar algunas cuestiones y esta es una de ellas. Sinceramente creo que el Gobierno tiene que moderar su planteamiento en Europa porque ir con un enfoque de políticas de izquierda radical no lleva a ninguna parte. La no elección de Calviño como presidenta del Eurogrupo es una manifestación clara de que no generamos confianza. El crecimiento y el desarrollo se consiguen desde la moderación del centro izquierda o del centro de derecha. Nunca desde la radicalidad.
No es incompatible una cosa con la otra. La acción política de los grupos parlamentarios actuales me parece absolutamente lamentable porque en vez de construir consensos y diálogos lo que hacen es fomentar el enfrentamiento y la radicalidad. Pero si eso es lo que tenemos en el Parlamento, los ciudadanos debemos apostar por el diálogo, la moderación y la capacidad de construir consensos, algo que está instalado en la cultura de los españoles desde la transición.
Sí, puede ser. Este es un tema muy importante porque la gestión que ha hecho el Sepe de los ERTE ha generado muchas quejas y en el que va a surgir mucha conflictividad. Ojalá todo esto se encamine por la mediación y no haga falta ir a los juzgados, que están totalmente colapsados.
Nos hemos puesto un perímetro que incluye la mediación civil y mercantil. Y va dirigido a los conflictos entre empresas, entre empresas y particulares o incluso entre empresas con la Administración. Aunque yo creo que va a ser más complicado que la Administración admita esta fórmula de resolución.